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NO TODO SE RESUELVE POR WHATSAPP

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Por Javier Carlo

 

Diseño: Lulaadi

 

Fecha de publicación: 20 de enero de 2014

Hace unos años ya se veía venir el impacto que tendrían los smartphones en nuestras vidas, no sólo en lo tecnológico, sino al abrir un espacio social paralelo a la convivencia física, esto es, una realidad alterna, cargada de emociones y por qué no, de dependencias; proyectada en la pantalla del dispositivo que por lo común ya traemos en una de las manos. Imagen que sin duda tipificará a este primer periodo del siglo XXI, como una especie de ‘clásico’.

Se estima que este año haya 1,700 millones de smartphones en todo el mundo (Analysis Mason, 2014), así de fácil, al menos 1 por cada 4 habitantes en el planeta (1/4.235), y cada uno albergando buena parte de su vida. Pero el panorama se remarcará, pues si se necesitaron poco más de 5 años para alcanzar los primeros 1,000 millones de suscripciones a teléfonos inteligentes, de aquí al 2019 serán unos 5,600 millones (Ericsson, 2013).

Este auge en la adopción de smartphones como canal de comunicación, ha propiciado el desarrollo de las aplicaciones móviles más versátiles con las que jamás haya interactuado el hombre. Que por una parte, le hacen más ágil la vida; pero por otra, tienden a restringir sus relaciones presenciales, en tanto que la euforia por el mundo virtual diluye los demás planos de su existencia. No pocas veces la prioridad empieza a ser y sólo es el mundo tras pantalla.

Al día de hoy se calcula que las tiendas de Google y Apple reúnen
1´600,000 aplicaciones para smartphones (Canalys y MobiThinking, 2014), entre las que destacan y por mucho, las de mensajería instantánea como WeChat, WhatsApp, y BlackBerry Messenger.

Un estudio realizado el segundo trimestre del 2013 por GlobalWebIndex, dio a conocer cuáles eran las apps más usadas en el mundo (sobre una base de 969.49 millones de usuarios de smartphones). Google Maps encabezó la lista con una preferencia del 54% de los usuarios, aunque para fines de este análisis, se trata de un servidor de mapas y rutas. Respecto a las aplicaciones de mensajería instantánea, WeChat fue la primera en aparecer en el ranking, ocupando el quinto lugar con una preferencia del 27% y WhatsApp la segunda, en el noveno sitio, con el 17%. Por su parte, Skype y Facebook Messenger ocuparon las posiciones 6 y 7, cada una con una preferencia del 22%. Un estudio de la misma empresa reveló que al cierre del 2013, los niveles de preferencia de WeChat y WhatsApp seguían incrementando; el caso de WeChat particularmente impulsado por el mercado asiático (enero de 2014).

Llama la atención el caso de WhatsApp, empresa que por sí misma afirma haber cerrado el 2013 con 400 millones de usuarios en todo el planeta, sin que esta cifra se centre tanto en el número de usuarios registrados, como en el número de personas que usan de manera activa el servicio cada mes. Independientemente de los números, WhatsApp no sólo es una de las apps de mensajería multiplataforma más versátiles del mundo, sino que se ha convertido en un referente mediático obligado, en el que hemos colgado –literalmente– nuestra vida y del que hemos empezado a depender para llevar a cabo gran parte de nuestras acciones. Desde un saludo hasta situaciones antes inimaginables como llamadas de auxilio, periodismo ciudadano, propaganda, educación a distancia, casos de empresa, telemedicina y por supuesto, muchos tipos de relaciones afectivas.

En boca de los especialistas, la clave de que una app se posicione con la fuerza que lo ha hecho WhatsApp consiste en una combinación de innovación y precio. WhatsApp reúne varios canales de mensajería instantánea en una sola aplicación, de tal forma que permite enviar y recibir mensajes de texto y de voz, así como imágenes, audio y video, e integrar grupos, aprovechando la conexión a Internet del smartphone, sin establecer un límite y a un bajo precio (el primer año de uso es gratis y luego cuesta $0.99USD anual). Así mismo, la aplicación corre en sistemas para iPhone, BlackBerry, Windows Phone, Android y Nokia, y permite la interconexión entre todos estos dispositivos; incluso existen emuladores de Android para PC que permiten ejecutar WhatsApp en Windows.

Pero más allá de la integración de distintos canales de comunicación o de su versatilidad tecnológica, el gran acierto de WhatsApp es haber hecho conexión con la gente, lo cual no es sencillo. Pocos medios digitales como Google, Facebook o Twitter lo han logrado.

En términos comunicativos, esto implica que WhatsApp ha trascendido su naturaleza como ‘mensajero’ para habilitar un espacio de acción poco convencional donde es posible compartir significados, el cual se caracteriza por la inmediatez. Y en tanto que uno de los fundamentos de la comunicación humana es el intercambio de ideas, WhtasApp no sólo propicia la expresión y la transmisión de la realidad de las personas en este carácter de instantaneidad, sino que también refuerza la intención psicológica de unión, donde se descargan las dimensiones racional y emocional del hombre.

Así, esta mezcla de funcionalidad, asincronía y afecto nos es tremendamente atractiva –¡vaya si no! –. Funcional en tanto que la aplicación nos brinda un buen nivel de interacción y se encuentra al alcance de cualquier persona; asíncrona dado que rompe con las limitaciones de tiempo y espacio para comunicarnos; y afectiva ya que vía WhatsApp hoy por hoy es posible resolver buena parte de nuestras necesidades en términos de relaciones. Al grado de volverse un ‘vicio’. Incluso, hemos incorporado el verbo ‘whatsappear’ a nuestro léxico (en sus distintas acepciones alrededor del mundo). Y aunque el hecho de whatsappear nos ha abierto una puerta al ámbito de la inmediatez, también es cierto que ha puesto en riesgo nuestras formas de interacción y convivencia a nivel físico, así como el valor que actualmente les damos.

En una u otra medida, nos hemos vuelto adictos a WhatsApp, ya sea para expresarnos, para ‘sentirnos en compañía’ o bien, para tomar decisiones. Y gradualmente la realidad presencial ha pasado a un segundo plano. Quizá suene descabellado, pero hay momentos en el día de una persona –ya sean pocos o muchos– en los que podría sentirse desolada de no tener su smartphone al alcance de la mano y revisar sus notificaciones de WhatsApp.

Para conocer qué tan engolosinado se encuentra con WhatsApp o no, le propongo que realice un ejercicio de madurez y se plantee las siguientes preguntas (siempre y cuando cuente con la app instalada en su smartphone).

  1. ¿Es usted de las personas que duerme con su smartphone cerca de la cama y al despertar revisa sus notificaciones de WhatsApp como parte de sus prioridades?
  2. ¿Siente ansiedad cada vez que envía un mensaje por WhatsApp y aparecen las 2 palomitas que indican que éste ha sido recibido y leído, pero la persona no le contesta?
  3. ¿Siente que le será difícil comunicarse –sino imposible– con una persona que le dice que no tiene WhatsApp?
  4. ¿Es de las personas que a la menor provocación revisa sus notificaciones de WhatsApp aun estando en un espacio público y/o rodeado de gente, y se apresura a contestarlas?
  5. ¿Tiene el hábito de usar WhatsApp mientras maneja, en el transporte público, en sus tiempos de espera e incluso durante una actividad social?
  6. ¿Piensa que actualmente es más fácil resolver una situación vía WhatsApp que en persona, dadas las ventajas que ofrece la app?

 

Evalúe sus respuestas en una escala del 1 al 5, donde 1 equivale a un nivel de puntuación bajo y 5 a uno alto. Sume los resultados de las 6 preguntas y divida el total entre 6. En términos generales, un puntaje a partir de 2.3 ya indica un grado de engolosinamiento significativo con WhatsApp, sin embargo lo importante es identificarlo y saberlo manejar. Recuerde que el propósito de esta aplicación no es sustituir ninguna forma de comunicación existente, ni oral, ni gestual, ni escrita, ni audiovisual; sino hacer más efectivas sus habilidades como comunicador. ¿Qué tan engolosinado se encuentra usted?

La vida en sí misma no se resuelve por WhatsApp, sólo se hace más ágil. La comunicación digital y la interacción en espacios virtuales conforman una de las tantas gamas de matices que posibilitan la expresión humana. Así que no caigamos en el error de pensar que usar WhatsApp o cualquier otra app va a hacer de nuestra comunicación algo infalible, pues aún en línea se cometen errores; ni mucho menos de creer que la conexión tras pantalla es capaz de sustituir toda la riqueza de situaciones que se haya presente en la convivencia física. Por el simple hecho de que somos seres humanos, no virtuales.

Y así como me he tomado la libertad de plantearle algunas preguntas sobre su nivel de engolosinamiento, también le hago las siguientes sugerencias para equilibrar su hábito en el uso de WhatsApp.

  1. Usted no es esclavo de su smartphone, ni de las aplicaciones que tiene. Por lo tanto, WhatsApp está a su servicio. No reaccione abruptamente a cada timbrazo que este le da.
  2. Programe momentos convenientes a lo largo del día para revisar sus notificaciones (así sean varios). No parezca histérico, ni le reste importancia a sus actividades o a las personas que le rodean.
  3. Ya tiene WhatsApp. Ahora aprenda a usar cada herramienta y sáquele el mayor provecho. No sólo se trata de mensajes de texto, sino de voz y en grupos;  así como de intercambio de imágenes, audio y video.
  4. Use los protocolos adecuados para cada herramienta que le brinda WhatsApp. La escritura en Internet permite omisiones por economía de caracteres, pero no se trata de olvidar las reglas básicas. Ni el buen tono y la dicción en los mensajes de voz.
  5. No interrumpa la relación que tenga con otras personas por checar una notificación o contestarla (independientemente de las circunstancias). Su presencia es su máximo recurso comunicativo. Si no puede lidiar con la ansiedad, apague su smartphone.
  6. Si una notificación es importante, tenga la certeza de que se la harán saber por otro medio y a fin de cuentas lo localizarán.

 

En efecto, WhatsApp nos ha atrapado, pero en el mundo de las apps todavía le falta un trecho para reafirmar su éxito y permanencia en el mercado. Los mismos especialistas que aplauden su versatilidad, advierten que para el 2018 sólo una de cada mil aplicaciones que actualmente conocemos continuará vigente (Gartner, 2014); para ello los desarrolladores habrán de reforzar su mezcla de innovación-precio. No dudo que WhatsApp seguirá implementando nuevos recursos tecnológicos, sin embargo me pregunto, ¿cuál será su siguiente apuesta para involucrarnos afectivamente?

 

_____________________________________

JAVIER CARLO. Maestro en Administración de Tecnologías de Información por parte del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), México, y Maestro en Comunicación por parte de la Universidad Internacional de Andalucía (UIA), España. Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del ITESM; cuenta con estudios sobre publicidad, desarrollo de proyectos, psicología social y antropología de las organizaciones.

Estratega en comunicación y catedrático. Su experiencia profesional abarca el desarrollo de proyectos de comunicación –contenidos y producción– y el marketing para medios; así como el diseño de programas educativos a nivel superior y la docencia.

Actualmente es colaborador de la Revista PYME (México) y socio estratega de Kómerid, Comunicación Integrada.

Contacto:
jcarlomena@gmail.com
facebook: Javier Carlo
twitter: @javocarlo
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